Piensa mal y acertarás

Probablemente la siguiente escena puede parecerse a algo que hayas vivido: 

Estás sentad@ en un parque comiendo un helado y de repente miras que la gente corre hacia un mismo lugar dando gritos y sientes que el pánico se apodera de tu estómago. En ese momento no entiendes lo que sucede, solo interpretas que algo malo puede pasar y lo reafirmas cuando entra en escena un enorme toro que se aproxima lentamente hacia ti mientras sientes como tu corazón late más deprisa, tu respiración se agita y no sabes qué hacer porque tus piernas se paralizaron; sin embargo, segundos después despiertas en tu habitación: todo fue un sueño; pero tu corazón sigue latiendo de prisa y la sensación de pánico sigue instalada en tu estómago.

Quiere decir que tu cerebro creyó que el sueño era real y por eso tú sigues en estado de alerta. Tu cerebro aplica el dicho: Piensa mal y acertarás…, de hecho, lo hace con mucha frecuencia, aunque se sabe que aproximadamente solo un 9% de las cosas que supone se cumplen realmente. El cerebro no distingue la realidad de la que no lo es. Pensó de cierta forma, pero no acertó y generó un estado de alarma en tu cuerpo.

Entonces, puede ser que “pensar mal” en ciertos casos conlleve problemas de interpretación, físicos y emocionales.

Cuando el cerebro interpreta que estás en peligro segrega en la sangre dos hormonas para protegerte: la adrenalina y el cortisol. La adrenalina activa el sistema circulatorio aumentando la tensión arterial para preparar el ataque o la huida, lo que sería acertado si el toro fuese real, pero como no lo es, esas hormonas se quedan dentro del cuerpo dando vueltas. Si durante el día, interpretas otra situación como peligrosa, alarmante, altamente riesgosa; en fin, todo lo que pueda generar miedo, ansiedad o estrés, el cuerpo seguirá segregando y acumulando cortisol y adrenalina y con el tiempo estarás intoxicad@ y con probables síntomas de gastritis, colitis, dolores musculares, neuralgias, migrañas, inflamaciones e incluso estados depresivos. Ante esta realidad, la frase “piensa mal y acertarás” realmente no parece tan saludable o asertiva ya que puede mantenernos siempre en un estado de alerta enfermizo.

Cerebro sano 

El cerebro constantemente toma muchas decisiones: ¿hago esto o aquello…?, y es probable que termines agotad@ antes de finalizar el día. Por ese motivo, este maravilloso órgano debe descansar de forma intermitente durante el día para que se desconecte y conecte nuevamente recibiendo grandes beneficios. 

Cada vez que haces pausas activas durante el día, impidiendo un trabajo continuo y prolongado, estas dando la oportunidad al cerebro de expandir su creatividad, de mejorar el pensamiento cognitivo para tomar acertadamente decisiones, para mejorar el control inhibitorio, para que pueda planear y para que puedas organizar de mejor forma tus tareas. 

Cada dos horas es recomendable que hagas pausas en tus labores y realices algo totalmente diferente. Si en tu trabajo pasas mucho tiempo de pie, date un descanso de 10 a 15 minutos y levántate, estira tu cuerpo, camina, respira, sal al aire libre por unos momentos y conéctate con algo diferente, puede ser la naturaleza, un libro, un café o una conversación amigable. Solo trata de relajarte.

La alimentación también es importante. A partir de los 30 años el cerebro empieza a envejecer y por lo tanto es importante consumir alimentos que lo nutran de forma orgánica, mental y emocional. Orgánicamente puedes encontrar alimentos ricos en Omega 3, Vitamina B-12, selenio, hierro, zinc y proteínas. Entre estos alimentos destacan los mariscos especialmente el salmón y las sardinas, vegetales de hojas verdes, nueces, semillas, hierbas y especias como la cúrcuma, romero, jengibre, canela y salvia, también el chocolate negro, alimentos fermentados como la kombucha, yogur, kéfir y vinagres como el de manzana lo alimentan. 

Entre los alimentos mentales y emocionales que fortalecen el cerebro encontramos los juegos tradicionales de mesa, las sopas de letras, laberintos, sudoku, además de retos mentales; sin embargo, el alimento más importante que podemos darle son las nuevas experiencias.  El cerebro está hecho para aprender y para encontrar soluciones a los retos a partir de las experiencias. Es importante que se enfrente a cosas desconocidas de tal forma que pueda establecer relaciones con experiencias previas para completar el proceso de aprendizaje. Si te apegas a rutinas para sentirse segur@ puede que esté bien; sin embargo, cuando negocias con esas rutinas y pruebas cambiarte  del sitio de la mesa que siempre ocupas, o pruebas un color de ropa diferente o cambias la ruta que siempre utilizas para llegar a un lugar, expones al cerebro a una experiencia nueva favoreciendo la plasticidad cerebral o neuroplasticidad. Ejercicios como el yoga, bailar, cantar y meditar entre otros, son alimentos que el cerebro necesita para lograr un estado de bienestar.

Un cerebro sano es el predecesor de una mente sana y equilibrada que es capaz de percibir el ambiente de forma diferente protegiéndote así, de emociones negativas, tanto propias como ajenas.

El equilibrio entre mente, cuerpo y emociones es el pilar para lograr un estado Wellness y tú lo puedes lograr…

Dra. Jacky Solano

Psicóloga

Previous
Previous

El yoga en tiempos de estrés

Next
Next

Comer, rezar, amar…